Road Trip por Botsuana, Sudáfrica y Camerún

Fue constituido en 1972 por una fundación sin ánimo de lucro como modelo de escuela inclusiva, en un ambiente racial muy polarizado en el África Austral o del Sur. Maru-a-Pula School (MaP) es un colegio de educación secundaria mixto, privado e independiente, está localizado en Gaborone, la capital de Botsuana y su nombre “nubes de lluvia” hace referencia a la importancia de la lluvia en la cultura del país. Actualmente cuenta con unos 800 estudiantes que dentro del “Cambridge system (IGSCE and A Levels)” se dividen en siete cursos, con alumnos y alumnas de edades comprendidas entre los 11 y los 19 años, algunos de ellos residentes en el colegio.

La integración en la comunidad es uno de los principales objetivos de la escuela, pretendiendo formar líderes apasionados y profundamente comprometidos con la ayuda a sus comunidades. El servicio a la comunidad es fundamental para nuestra identidad y se exige a todos los estudiantes y al personal docente cada semana. Desde los comienzos del colegio, los estudiantes se han asociado y comprometido con organizaciones de todo el país: en orfanatos, hospitales, escuelas primarias, refugios de animales y en comunidades con dificultades. En la actualidad, hay unos 40 proyectos diferentes en los que participan los alumnos, mediante estos actos de voluntariado y servicio, los estudiantes aprenden lecciones más poderosas que las que se enseñan en el aula.

La institución siempre ha tenido como prioridad ofrecer una generosa ayuda financiera a estudiantes académicamente capaces, que de otro modo no podrían asistir a la escuela. Además, concede becas completas a niños huérfanos y vulnerables de todo el país, ampliando esta beca en los últimos años para incluir también a los niños refugiados.

El campus se asienta en algo más de 20 hectáreas de terreno donado por el Gobierno de Botsuana. El complejo central incluye 42 aulas dispuestas en grupos de dos o tres, canchas de baloncesto, netball, tenis y voleibol, una piscina de 25 metros, cricket nets y campos de fútbol, rugby y softball.

En las inmediaciones de Vryburg, en la provincia Noroeste de Sudáfrica, el colegio fue inaugurado en 1904 por la “London Missionary Society”. Durante los primeros 50 años, importantes ciudadanos de Botsuana fueron educados en esta institución, como los primeros ministros Sir. Seretse Khama y Sir. Quett Masire, o casi la totalidad del gabinete de gobierno que en 1966 consiguió la independencia. La Dra. Ruth Mompati, secretaria de Nelson Mandela y líder de las mujeres del “ANC” en el exilio, también fue antigua alumna y miembro del Consejo hasta su muerte.

Durante los primeros años, la institución contaba con nueve escuelas diferentes y los propios estudiantes construyeron los maravillosos edificios con piedra extraída de las propias tierras pertenecientes al colegio. En 1953, el gobierno sudafricano aprobó la Ley de Educación Bantú, que ilegalizaba la enseñanza de materias académicas a los niños negros, los misioneros se retiraron en 1955 y la escuela siguió a duras penas hasta 1962, momento en el que se cerró y se vendió el terreno a un agricultor blanco. La zona fue declarada “sólo para blancos” y el presidente sudafricano, el Dr. Hendrik Verwoerd, ordenó la demolición de los edificios. Afortunadamente, la orden no se cumplió, los edificios sobrevivieron y todavía se alzan orgullosos, testigos de una extraordinaria historia de esperanza y reconciliación. En 1990, tras la liberación de Nelson Mandela, los viejos estudiantes y empresarios locales se reunieron para planificar la reapertura de la escuela. Los viejos edificios fueron renovados y restaurados y el instituto reabrió sus puertas en 1995, con una ceremonia presidida por el arzobispo Desmond Tutu, cuya madre había sido alumna de la escuela.

La escuela primaria se puso en marcha en 2004, Tiger Kloof cuenta ahora con un total de unos 800 alumnos/as, teniendo espacio para unos 180 estudiantes de secundaria en régimen de estancia en residencia, algunos de ellos becados. El entorno es precioso, 1.200 hectáreas de terreno, donde la granja y la finca se utilizan para proporcionar una experiencia educativa a los estudiantes y para crear una apreciación de su entorno, sacándolos de los lugares sombríos donde muchos de ellos viven.

Teniendo en cuenta los numerosos retos que han tenido que superar, muchos son huérfanos o han sido criados por familiares cercanos, el colegio les da un propósito y dirección, convirtiéndose en un refugio para nuestros extraordinarios estudiantes. Además de conseguir cada vez mejores resultados en los exámenes, que pueden ser un pasaporte para salir de la pobreza, se les inculca valores de disciplina y servicio a los desfavorecidos de sus propias comunidades, arraigados en la misma fe cristiana que trajeron los misioneros hace más de un siglo.

Situado en el pequeño pueblo de Pouma, con 166 estudiantes de entre 3 a 10 años y 20 trabajadores cameruneses (12 mujeres y 8 hombres), el colegio fue creado en 2018 y se encuentra actualmente en su tercer curso académico. La intención es que la escuela siga creciendo en los niveles de infantil y primaria, e implementar la educación secundaria para llegar al objetivo de dar servicio en la educación de 600 alumnos/as en los próximos años.

El entorno rural en el que está situado el colegio tiene un importante déficit de escolarización, que pretendemos subsanar dando continuidad en el tiempo a nuestro proyecto de Responsabilidad Social Empresarial. Nuestro sistema de becas, que llega a cubrir hasta el 90% de la escolarización de un alumno y que ofrecemos tras visitar y conocer a cada una de las familias, permite que cualquier niño de Pouma, pueda acceder a una educación de calidad. Nuestro proyecto educativo se basa en un método de enseñanza innovador y globalizado, que hace especial hincapié en el trabajo cooperativo, el aprendizaje significativo y el trabajo por proyectos; todo ello a través de la enseñanza de tres lenguas: francés, inglés y español.

La implicación de toda la comunidad educativa es esencial para el éxito del proyecto. Contamos con una asociación de madres y padres que colabora regularmente con nosotros en la formación continua, la gestión del huerto y de las fechas señaladas o especialmente importantes para el entorno en las que el colegio se implica y colabora.

Fieles al lema que aparece escrito en la entrada de nuestro colegio “Mejorar la educación para mejorar la vida”, la Fundación GSD en colaboración con la Fundación Abriendo Caminos, aúnan esfuerzos para derribar las barreras y permitir que la educación llegue a los niños y niñas, mejorando sus oportunidades de futuro. Toda la comunidad educativa de GSD es bienvenida a participar y generar el cambio necesario que pretende este proyecto solidario, del que nos sentimos tan orgullosos.